3,2,1 … ¡GRABANDO!
Me entusiasmaba la idea de poder ver pelis en casa. Recuerdo la compra del aparato de video que lo haría posible. La luz de la tienda, el bullicio del centro comercial… La compra fue rápida, mi padre había pensado en un Panasonic VHS que costaba ni más ni menos que 100.000 ptas. El desembolso para la economía familiar era considerable. ¡Qué ilusión más grande!
Al llegar a casa mi padre intentó conectar el video a la televisión. No era algo tan intuitivo como ahora, ni mucho menos. En 1985 no existía internet, ni google, ni youtube. Mi padre empezó a ponerse nervioso. Las cosas no salían como él esperaba. La situación comenzó a ponerse más tensa. Cada vez más irritado, decía cosas como “no sé para qué lo hemos comprado” o “esto es de locos”… recuerdo el gesto de su cara, irritado, amenazante. En mi mente, él era capaz de desenchufar el aparato y estamparlo contra el suelo…
El propio miedo fue el que me movió. Era sábado, y casi las 2 de la tarde, por lo que pocas tiendas habría abiertas. Sin embargo, no dudé en bajar corriendo a una tienda cercana donde vendían televisores y aparatos de radio. Me expliqué ante el dueño: “es una emergencia, ¿no podría usted acercarse un momentito a mi casa?”
SIEMPRE HAY ALIADOS
Me acompañó a casa y puso en marcha el video.
La tensión se disolvió y dio lugar a lo que yo volví a percibir como «un entorno seguro». «…Ya pasó todo». De nuevo, caras alegres y todos dispuestos a ver las tres películas que mi padre había alquilado en el videoclub para el fin de semana. Recuerdo dos: “Las bicicletas son para el verano” y “La Muerte de Mikel”.
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