«Que no se me acaben las palomitas»
Siendo niño, recuerdo que de vez en cuando, mientras veíamos la tele mis hermanos y yo, mi madre nos sorprendía con un cuenquito de palomitas para cada uno.
He de confesar, que solía mirar de reojo a mis hermanos, para ver si a ellos aún les quedaban palomitas, «no sea que se me acabaran a mí antes que a ellos».
Tendría 8 ó 9 años, y en realidad, nunca me había planteado «qué pasaría si se me acabaran las palomitas a mí antes que a mis hermanos».
El caso es, que mientras llevaba la cuenta de las palomitas que me quedaban, me perdía disfrutar las que me comía.
Lo que se suponía sería una manera de disfrutar aún más de los dibujos animados y de la compañía de mis hermanos, de alguna manera me alejaba de ello, porque mi atención se desviaba del momento presente.
Sin embargo, en algún momento pensé: «¿me importa en realidad que se me acaben las palomitas, o lo que me importa realmente es que se me acaben las palomitas y mis hermanos sigan teniendo?»
Este tipo de preguntas son poderosas porque son capaces de desmontar creencias y reencuadrar situaciones. Cuando me dije: «No hay nada mejor que disfrutar de los dibujos, en compañía de mis hermanos y con palomitas recién hechas. ¡Mejor comerlas calentitas!», la situación quedó resuelta de un plumazo.
Disfrutar el Presente
«Todo pasa. Todo se acaba. Lo aprendí de niño y, 20 años más tarde me sería muy útil para escapar del pozo del despropósito en que caí.
Otra gran ayuda en mi caso, ha sido aprender a hacerme responsable de mi mismo. Mirarme a mí, antes de acusar o culpar a nadie más. Personalmente, para disfrutar de mi presente, la clave está en no tener deudas con el pasado y saber mirar sin miedo al futuro»
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