Dominar Nuestra Mente
Poder Sin Límites – Primera Parte: Cómo se modela la excelencia humana – Ficha 08
La Terapia tradicional produce resultados. La cuestión es si se podrían obtener los mismos resultados en menos tiempo, e intentando procurar el máximo bienestar al paciente en todo momento, esto es, sin hacer revivir al paciente escenas del pasado que le pueden causar tremendo dolor, muchas veces -también en mi experiencia- innecesario.
Tony Robbins compara la actividad neurológica del ser humano con una máquina de esas antiguas, que echando una moneda te permitían escuchar una canción de entre un montón. Aquí la clave es esa, el poder seleccionar a voluntad una canción, es como poder seleccionar a voluntad un recuerdo. Otro ejemplo sería el que propone la película «Del Revés» -Pixar, 2015- donde los recuerdos se clasifican y almacenan como artículos en un gigantesco almacén. La peli está fenomenal, por cierto. Pero ¿Y si el recuerdo es involuntario y nos viene sin más?
La PNL propone técnicas para tratar con estos «pensamientos intrusivos», a fin de deshabilitar o reemplazar pensamientos o memorias dañinas por otras sanas. Esta capacidad de reprogramar la mente, a nivel personal me ha resultado tremendamente útil e interesante.
Esta entrada trata sobre ello, sobre cómo podemos cambiar concretamente nuestra manera de representarnos las cosas, para potenciar nuestros sentidos a nuestro favor, a fin de generar un estado o conducta que favorezca nuestras necesidades.
Cambiar las Representaciones Internas fácilmente
1. ¿CÓMO CAMBIAMOS NUESTRAS REPRESENTACIONES INTERNAS?
Nos referimos con Representaciones Internas a la Interpretación que hacemos cada uno de la realidad, de algo que ha pasado.
Este «algo que ha pasado» no es cuestión de ignorarlo, ni mucho menos. Ahora bien, por favor, seamos conscientes de que «machacarnos» solo agravará el problema, de hecho, tal vez «eso que ha pasado» no sea tan grave, sino que por tus creencias, momento vital, o la razón que sea -que hay muchas- tú lo ves así. Entonces, ahora sí, ¿cómo cambiamos nuestras representaciones internas?
En primer lugar, cambiando lo que nos representamos. Así, por ejemplo, si hemos imaginado la peor situación posible, podemos acostumbrarnos a representarnos la mejor situación posible, cuanto menos una situación digamos «controlable».
En segundo lugar, cómo nos lo representamos. Algunas personas, por ejemplo, han descubierto que las motiva mucho el imaginarse una cosa como muy grande, de gran tamaño. Para mí por ejemplo, el tono de voz con que me hablan o me hablo a mi mismo constituye un factor de motivación de los más importantes. Conociendo estos factores que nos motivan, podemos realmente «manipular» nuestra representación interna, es decir, lo que vemos, oímos o percibimos de cualquier modo en nuestra mente y adaptarlo de la manera que queramos, a fin de que no nos haga daño.
He de confesar que en mi primer acercamiento a la PNL, cuando me hablaron de las representaciones mentales, no sabía muy bien de qué me hablaban y mucho menos cómo cambiarlo. Vivimos demasiado deprisa como para pararnos a pensar esas cosas, más cuando tenemos un cerebro que es en realidad una supercomputadora -biológica- que vela por nuestra seguridad y supervivencia. Es por esto que el cerebro en principio opta por la zona de confort, por lo conocido, por el «no riesgo» prácticamente en cualquier circunstancia. Todo ello de forma inconsciente, involuntaria. Algunas personas tienen un temperamento más de acción, por lo que «el riesgo» les puede parecer incluso tentador. Sea como fuere, el cerebro para todos los seres humanos tiene como misión primaria, la supervivencia.
Dicho esto, volviendo a las representaciones internas que me formo: aclarar que nos referimos a qué idea te formas tú en tu cabeza acerca de algo que ha pasado, o está por llegar. Yo tenía cierta tendencia a verlo todo bastante «negro», es por ello que casi siempre tengo preparado un plan B, por si se tuercen las cosas. También tiendo -cada vez menos, eso sí- a rumiar bastante las cosas, a darle vueltas una y otra vez. Agotador, de verdad. Es por eso, que me hace especial ilusión compartirte estas ideas, sobre cómo podemos cambiar nuestras representaciones internas fácilmente, porque a mí me están funcionando pero que muy bien.
Por ejemplo: si he tenido una bronca con mi jefe y le estoy dando vueltas al llegar a casa, lo habitual sería recordar cada palabra dicha, los gestos, y el tono de voz tal vez de irritación, el volumen de la conversación… y repasarla una y otra vez. Pues bien, te propongo algo: reproduce de nuevo la escena en tu mente, pero ¡ojo! esta vez, baja el volumen a tu jefe, cambia su tono de voz por su tono habitual, al tiempo me gustaría que cambiaras tu expresión de frustración de la cara y te relajes -al fin y al cabo ya ha pasado- Respira profundamente.
Hazlo y verás… y si te quieres relajar un poco, ya más confiado y tranquilo, ponle a tu jefe la voz de Bart Simpson, o del personaje que tú quieras. Las cosas, la mayoría de las veces, tienen la importancia que le queramos dar. Esta frase viene muy a cuento:
«La mente tiene su propia función, y en ella puede hacer del infierno un cielo, o del cielo un infierno» – John Milton
No se trata por tanto, de ridiculizar, ni de ignorar lo que quiera que haya pasado. Se trata de que no te haga daño, de que dejes de rumiar al conversación una y otra vez, y una vez haya pasado todo no te quedes frustrado ni con «sed de venganza». La idea es aprender a manejar la situación, sin más. Esto mismo sirve para que te hagas una idea, también cuando estás endadad@ contig@ mism@.
2. CAMBIA LA PERSPECTIVA
La imagen «asociada» es la que uno experimenta como si estuviese realmente allí; uno la ve a través de sus propios ojos como si estuviese presente en ese lugar y momento, en carne y hueso. La imagen «disociada» es la que uno experimenta como si lo que le pasa, le pasara a otra persona, o a uno mismo pero lo ve como si fuese una película. Cuando recuerdes algo que te haga daño, prueba a verlo en tu mente esta vez de este modo, disociad@, como si te vieras en una grabación, y prueba a ver qué ocurre.
En el ejemplo de la bronca con mi jefe, la idea sería ver la situación como si fuera la escena de una película. Tú ves la escena desde fuera, como testigo, como observador. Esta perspectiva es a lo que nos referimos con «estar disociado».
Cuando los seres humanos queremos cambiar algo, suele tratarse de una de estas dos cosas, o de ambas a la vez: cómo nos encontramos y/o cómo nos comportamos. Un fumador, por ejemplo, a menudo desea cambiar la manera en que se siente, física y emocionalmente, así como su comportamiento, que sería el hábito de fumar como tal.
1. NO ES NECESARIO VOLVER A PASAR POR LAS VIVENCIAS DOLOROSAS PARA CAMBIAR NUESTRO ESTADO
La PNL contempla la estructura, no el contenido de la experiencia humana. Si bien, no es cuestión de ignorar de manera alguna lo ocurrido,
para sanar lo que es realmente importante es cómo ha construido uno en su mente lo ocurrido… las representaciones internas.
Lo que hemos de hacer es cambiar la representación interna negativa por otra positiva, que se movilice automáticamente y nos conduzca a obtener resultados más eficaces.
Por ejemplo, ver fotos de seres queridos que ya no están… ¿a fin de afrontar al duelo? En mi experiencia no es nada deseable.
Mientras exista miedo y dolor, esto -en mi opinión- carece de sentido. En cambio, si trabajamos sobre ese «miedo» y ese «dolor», modificando en primer lugar las representaciones internas, es decir, recordando al ser querido desde la amabilidad, contento, entonces el escuchar su voz, ver sus gestos… bien puede llevarnos a un estado de alegría y puro amor. Entonces uno se va preparando para un paso más, como ver fotos o una grabación en vídeo, que aún con cierto temor las primeras veces tal vez, luego se convierte en algo realmente bello.
El Duelo por un ser querido es algo que bien merece un capítulo aparte, por su complejidad y personalmente por el respeto y amor que le tengo, si bien aprovecho para hacer esta puntualización con respecto al recuerdo del ser querido, según mi experiencia:
Recordar con amor es mantener vivo el recuerdo. Recordar con frustración, rabia o dolor no trae nada bueno.
2. CAMBIAR LA PERSPECTIVA
La clave está en aprender a dirigir conscientemente nuestro propio cerebro. Implantar las sugestiones que nos convenga, tomar las experiencias y las imágenes desagradables y privarlas de su poder e influencia. Ayudar a nuestro clientes o a nosotros mismos a representárnoslas de tal manera que dejen de dominarnos. Aquí el trabajo con SUBMODALIDADES se vuelve imprescindible.
¿CÓMO FUNCIONA?
Si cambiamos la estructura de cómo nos representamos algo, cambiará también lo que sentimos.
Ahora bien, no es cuestión de ignorar los problemas. Hay situaciones a las que uno, ineludiblemente, debe enfrentarse a sus circunstancias.
También es importante recordar, que lo mismo que cualquier otra habilidad, se exige repetición y práctica. Cuanto más a menudo se repitan conscientemente esos sencillos cambios, más pronto se conseguirán los resultados deseados.
Nos relajamos en primer lugar haciendo varias respiraciones profundas. A tu ritmo.
Ahora, cierra por favor los ojos. Tómate un momento para recordar. Deja que tu radar emocional interno, te traiga una experiencia agradable que te haya marcado, no importa cuanto tiempo hace. Concéntrate por favor lo máximo en esa experiencia ¿la tienes? Una vez tengas el recuerdo en tu mente, asóciate, esto es: Ve lo que veías con tus propios ojos: los hechos, las imágenes, el color, la luz y todo lo demás. Escucha lo que escuchabas: las voces, los sonidos…. Recupera ahora las sensaciones kinestésicas: ¿Qué sientes? ¿Qué temperatura hace? ¿Huele a algo en especial? Revive a tope la experiencia durante un par de minutos.
Ahora, disóciate, esto es, vete distanciando de tu cuerpo y toma distancia deliberadamente de la situación, de manera que te sitúas en un lugar desde el que todavía te puedes ver, pero esta vez como protagonista de la experiencia. Imagínate que es como si te vieses a tí mismo en una película… quédate ahí un par de minutos y poco a poco regresa al momento actual, a la sala donde estás. Eso es.
–> ¿Notaste la diferencia entre ambas sensaciones? Cuándo eran más intensas, ¿en el primer caso «asociado» o en el segundo «disociado»?
Nos relajamos en primer lugar haciendo varias respiraciones profundas. A tu ritmo.
Cierra ahora por favor los ojos. Eso es. Y piensa por favor, en un recuerdo muuuuy agradable. Da lo mismo que sea reciente o lejano.
Ahora tomamos esa imagen y la hacemos más y más brillante. Eso es. A medida que aumenta el brillo, fíjate en cómo cambia tu estado.
Ahora, te invito a ir acercando la imagen mentalmente, y a continuación que la detengas y la amplíes, hasta que te sientas cómodo.
Observa la imagen por un minuto, y sé consciente de lo que contemplas: los objetos, los colores, tal vez, ¿olores, voces? … Muy bien.
Ahora, haz esa imagen ahora cada vez más pequeña, se pierde en la distancia. Se aleja, y con ella los recuerdos, las voces, los olores…
Ahora, regresamos poco a poco a la sala y al momento donde estás, regresando a la cuenta de 3, 2, 1 … bienvenid@ de nuevo.
–> Para la gran mayoría de las personas, recrear un recuerdo agradable y hacerlo más grande, más brillante y más próximo hace que la imagen sea incluso más poderosa y agradable. Aumenta la fuerza y el placer de la representación interna, y le pone a uno en un estado más vigoroso y alegre. Alejar la imagen nos distancia de la situación y se vuelve en nuestra mente un recuerdo más débil, más lejano.